Archivo Diocesano. Un lugar privilegiado que no se abre todos los días pero que ayer dejó que lo visitaran 200 escolares por la mañana y por la tarde un grupo de adultos gracias a los talleres celebrados por el Día Internacional del Archivo. Las actividades trataban de explicar la importancia de la imprenta en la expansión de la cultura y mostrar el interior del archivo.
INÉS RODRÍGUEZ
La historia de Orihuela se puede contar con sólo investigar los miles de libros que se guardan en la segunda planta del Museo de Arte Sacro. El Archivo Diocesano es una sala llena de estanterías de madera pintadas de azul. "Aunque lo ideal es que fueran de metal, ya que la madera puede atraer plagas que se coman el papel", comenta Gema, una de las guías turísticas del museo. De momento se usan estos muebles de la época para que puedan ser útiles y no se abandonen. Quieren colocar más estanterías hasta que lleguen al techo. La idea es que no se vean las paredes.
Es un lugar sólo accesible a unos pocos que lo pidan previa autorización, pero ayer estuvo abierta durante varias horas con motivo del Día Internacional de los Archivos que se celebra a raíz de la creación del Consejo Internacional de Archivos por la Unesco, en 1948. El Museo Diocesano preparó ayer varios talleres sobre el paso de los manuscritos al libro impreso y una guía del archivo Diocesano. Un total de 200 niños de varios colegios diocesanos participaron en estas actividades por la mañana y por la tarde les tocaba el turno de los adultos.
La monitora Gema Ruiz enseñó dos tipos de bulas del siglo XVI, una estaba hecha con piel de animal que lograba una textura suave de color amarillento y la otra a base de fetos de animales que lograba dar mayor impresión de papel fino y blanqueado. Cada bula certificaba su autenticidad mediante el sello y los símbolos de su interior para evitar la falsificación. "Todas las bulas llevan un resumen del contenido en uno de los dobles", explica. En el archivo hay mapas de finales del siglo XIII, partituras musicales, libros de notables, un registro de la propiedad que se consideró perdido y lo encontraron en la calle durante la Guerra Civil. También hay documentos y patrones como el de la Iglesia de Santiago que actúa de censo pues databa a las personas de los barrios circunscritos y les ponía una cruz junto a su nombre para indicar que eran personas católicas.
Gutenberg
Otro monitor fue el encargado de explicar el gran salto cultural y humanístico que supuso la invención de la imprenta de manos del alemán Johanne Gutenberg. "Permitió la expansión de la cultura como hoy lo hace internet", dijo ante los presentes. Un escribano del siglo XV podía pasarse toda su vida para escribir un libro con su escritura gótica, pero la imprenta permitió la difusión del conocimiento a gran velocidad gracias a las planchas de metal.
También se explicó en la visita el concepto de los incunables, los primeros libros impresos en distintos talleres antes del de Gutenberg, y que se les considera como experimentos. Son piezas únicas de incalculable valor. El Museo diocesano expone dos libros en la sala renacentista y tiene varios en el archivo diocesano.
El Palacio fue el hogar de la primera imprenta
La imprenta llegó a todas partes de Europa e incluso a Orihuela. La primera de la ciudad llegó al Palacio Episcopal en el año 1602 por el obispo José Esteve y el impresor Diego de la Torre. El primer libro editado fue el segundo sínodo diocesano (concilio de los obispos) de ese mismo año. El obispo también publicó: "De bello sacro" y "De única religione", ambas eran obras suyas. I. R.
Fuente: Diario Información.com
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